jueves, 30 de abril de 2009

Las características que asume la educación en contextos de encierro

AUTORA: AMANDA NIEVAS
INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo intento analizar “Las características que asume la educación en el contexto de encierro” desde la visión particular de un docente que interviene en éste ámbito, indagando acerca de sus propias concepciones sobre la educación, la cárcel y el desarrollo de su práctica concreta.
En éste sentido me propuse cómo objetivos para el desarrollo los siguientes:
1. Analizar los contenidos de los planes de estudio y el abordaje particular del docente en la escuela de la cárcel.
2. Analizar los objetivos de enseñanza del educador dentro de la cárcel.
Considero necesario para abordar el tema delineando un recorrido histórico que contemple los objetivos, finalidades y funciones del surgimiento del sistema educativo en el marco del sistema capitalista.
Desde la perspectiva analítica desarrollada, indagaré la concepción de educación con relación al funcionamiento, abordaje y oferta educativa en las cárceles.
Conforme lo expuesto por la antropóloga Liliana Sinisi (1999) la escuela, si bien no produce en forma mecánica los procesos de discriminación y desigualdad sociales, enmascara y naturaliza estos procesos en la conformación de una normalidad integradora de la diversidad cultural existente, cerrando la posibilidad de comprensión de su dinámica histórica y social.
En este sentido planteo que el tema elegido cobra real importancia al permitir estudiar como actúa la escuela en la cárcel. Cómo se traduce el derecho a la educación al ejercerse inserto en una institución cuyo origen consiste centralmente en disciplinar a los sectores que pertenecen a los estratos sociales que sufren las desigualdades propias del sistema, transformándose el derecho a la educación en uno de los mas vulnerados.
Por otra parte nos permite pensar que si bien el surgimiento de la escuela responde a una necesidad de control y disciplinamiento de la población en el desarrollo del sistema capitalista, dentro de la estructura carcelaria (que obedece a los mismos objetivos) incorpora características que pueden generar nuevas subjetividades favorables para el sujeto; dando cuenta de la dinámica de los dispositivos institucionales conforme al contexto social e histórico en el que se encuadra.
En ésta línea resulta apropiado abordar el análisis teniendo en cuenta algunos aportes de la antropología política, especialmente en lo que hace a la concepción de poder, el modo de acceder a él y de ejercerlo.

MARCO CONCEPTUAL Y ANÁLISIS

En primera instancia, considero apropiado ubicar el surgimiento del sistema educativo en el marco la sociedad capitalista.
La centralidad del Estado en la organización de las sociedades latinoamericanas desde fines del siglo XIX hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX otorgó a la política un lugar decisivo en la definición de los criterios de integración social y en la construcción de las redes institucionales destinadas a regular, controlar y administrar la actividad social. En Argentina, el Estado nacional, desarrolló su capacidad y efectividad de control de la población y el territorio nacional.
En éste contexto, se constituye el sistema educativo que da cuenta del poder del Estado para definir los parámetros de socialización e incorporación cultural de la población. El sistema en conformación, reconoce en el Estado nacional su principal referente material para la administración, la gestión y el financiamiento de las instituciones escolares, y simbólico también para la provisión de un sentido que se pretendía universalista y que expresaba en clave nacional la “cultura civilizada” (Tiramonti, G. 2003)
En este modelo societal, el Estado es una figura clave en la construcción de un espacio de sentido para el conjunto de los individuos y de las instituciones. La escuela estuvo doblemente asociada a este espacio común: por una parte, como portadora de una propuesta universalista que expresaba al conjunto de los valores, los principios y las creencias en los que se fundamentaba la comunidad, a la que debía incorporarse a las generaciones y, por la otra, como dispositivo de regulación social y, en consecuencia, como instrumento de gobernabilidad.
La organización estado céntrica de la sociedad se correspondió con la conformación de la sociedad industrial y el entramado institucional propio de la etapa del desarrollo capitalista: la fábrica, la familia, la escuela, la clase social y las instituciones de representación política y sectorial constituyeron marcos institucionales que regulaban y contenían la existencia de individuos hasta avanzado el siglo XX. Se trataba de un complejo institucional cuya eficacia resultaba de la complementariedad de su acción y su común referencia al Estado nacional.
Las características sociales, económicas, políticas e ideológicas señaladas que dan origen al sistema educativo guardan relación con el planteo de Foucault (1999) que enmarca el surgimiento de los dispositivos institucionales cárcel y escuela como mecanismos de poder necesarios en el contexto de las sociedades disciplinarias en los siglos XIII y XIX que alcanzan su apogeo en el siglo XX.
Las sociedades disciplinarias surgen en un momento en el que se vuelve necesario encontrar un mecanismo de poder tal que al mismo tiempo que controlase las cosas y las personas hasta en sus más mínimos detalles, se ejerciera en el sentido del proceso económico. En un primer momento la tecnología de disciplina intenta controlar a los individuos, a partir de técnicas de individualización del poder que vigilan a alguien, controlan su conducta, comportamiento, aptitudes; pretenden intensificar su rendimiento, multiplicar sus capacidades, colocarlo en el lugar dónde será más útil. A través de la educación, en las escuelas empiezan a aparecer métodos disciplinarios en los que los individuos son individualizados dentro de la multiplicidad y existe un control permanente, una vigilancia constante. La tecnología individualizante del poder enfoca a los individuos hasta en sus cuerpos, en sus comportamientos; es una política que hace blanco en los individuos hasta atomizarlos.
En la segunda mitad del siglo XVIII, se desarrolla una nueva tecnología del poder, entendiendo que el mismo se ejerce sobre la población. Comienzan a aparecer nuevos problemas como el hábitat, las condiciones de vida de la ciudad, la higiene pública que deben ser regulados. Es así como el autor plantea dos grandes revoluciones en la tecnología del poder, por un lado el descubrimiento de la disciplina y por el otro el de la regulación, perfeccionamiento de una anátomo - política y perfeccionamiento de una bio – política.
En relación con la productividad del poder en el ámbito de la cárcel, el autor citado considera que a fin del siglo XVIII es cuando se hace efectiva la prisión como castigo, convirtiéndose en un sistema de reeducación de los criminales. Durante la estadía en prisión y a través de una domesticación militar y escolar, sería posible transformar al delincuente en un individuo obediente a las leyes. Se buscaba la producción de individuos obedientes.
En síntesis, por un lado la educación, por el otro la cárcel, dos dispositivos institucionales necesarios para disciplinar y controlar la sociedad en función de un proyecto político, ideológico, económico; de los intereses propios de una clase; que en el marco del sistema capitalista es la clase dominante.
En este punto resalto dos conceptos que considero fundamentales para el análisis, por un lado el de hegemonía y por el otro el de poder. Hegemonía como un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida; como un vívido sistema de significados y valores experimentados como prácticas que parecen confirmarse recíprocamente; un sentido de la realidad para la mayoría de la gente de una sociedad, un sentido de lo absoluto debido a la realidad experimentada mas allá de la cual la movilización de la mayoría de los miembros de la sociedad se torna sumamente difícil. Ahora bien, la hegemonía debe ser vista como un proceso, un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene límites y presiones específicas y cambiantes. Sus estructuras internas son sumamente complejas, no se da de modo pasivo como una forma de dominación; debe ser continuamente renovada, recreada, definida y modificada en función de que continuamente es resistida, limitada, alterada, desafiada por presiones que de ningún modo le son propias.
En este sentido resulta apropiado el segundo concepto; el análisis del poder propuesto por Foucault (1976) en el que se distancia de la idea de poder como fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de una clase sobre las otras; para concebirlo como algo que circula que funciona sólo en cadena, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes no sólo transitan los individuos, sino que además están siempre en situación de sufrir o de ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión. El poder transita transversalmente, no está quieto siempre en los individuos. El individuo es un efecto del poder, y al mismo tiempo que, o en la medida que es un efecto, el elemento de conexión. El poder circula a través del individuo que ha constituido.
Ahora bien, retomando el propósito del presente trabajo que apunta a analizar “Las características que asume la educación en contexto de encierro”, creo que éstos conceptos son los que me permiten dar cuenta de la línea de razonamiento que me propuse en su elaboración. Porque considero que si bien la escuela al igual que la cárcel son mecanismos hegemónicos de control y regulación, es posible que la educación dentro de la cárcel adquiera características que se distancien de su objetivo original. Es menester aclarar que siguiendo este razonamiento, también es posible que la educación en escuelas públicas de la calle asuma características distintas pero no es la intención del presente analizarlas.
Siguiendo con el punto de interés; es aquí donde entra en juego no sólo la dinámica del poder sino también de la sociedad que no es un ente pasivo que recibe, sino que los sujetos en muchas ocasiones ponen en tensión a los aparatos de regulación y control del Estado. Por lo tanto existe la posibilidad, en este caso del educador conjuntamente con el educando de plantear una alternativa distinta a la que obedece el origen de la educación.
Tomando como referencia a Freire (1985) la educación puede seguir el rumbo de la dominación o convertirse en una práctica de la libertad, problematizadora, en la que los educando van desarrollando su poder de captación y comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta no ya como una realidad estática sino como una realidad en transformación. La educación es un esfuerzo permanente a través del cual los hombres van percibiendo, críticamente, como están siendo en el mundo, en el que y con el que están.
Siguiendo esta línea, tanto el modo de concebir la educación como el modo de concebir al sistema carcelario son claves a la hora de educar en éste contexto. Es decir que entender la educación como un derecho que hace a la dignidad de las personas y se propone su desarrollo integral y considerar que la cárcel es el dispositivo moderno de castigo en el cual se purga la pena a través de la privación de la libertad y por lo tanto un ámbito terriblemente horrible y violento, son concepciones claves a la hora de darle intencionalidad al proceso formativo. Concluyentes en la elección de ser partícipe de un proceso transformador o reproductor, poniendo en evidencia que la educación es además un hecho político en tanto quien educa lo hace desde una idea de saber, una idea de hombre, una idea de currículo...
La forma de concebir al sujeto también es determinante a la hora de dar sentido al proceso formativo, puede ser entendido como un sujeto con oportunidades, posibilidades, un sujeto de derecho o como un sujeto terminado, perdido. Que concepción tiene quien educa sobre la persona con la que se encuentra implica decisiones metodológicas, sobre contenidos y contrato pedagógico. Implica formar sujetos sometidos o generar ideas de educación permanente, para toda la vida; una educación transformadora que convierta al sujeto en un sujeto crítico; educar en Derechos Humanos, educar para toda la vida.

CONCLUSION

En el inicio del presente trabajo se plantea analizar las características de la educación en contexto de encierro, marcando un interes por analizar los dispositivos cárcel y escuela como mecanismos, históricamente reconocido, de control y regulación. En éste sentido se me generan nuevos interrogantes asociados a las posibilidades que tiene el sujeto que educa de distanciarse de los objetivos explícitos e implícitos de la cárcel y de la educación el contexto carcelario. Llevando adelante una práctica que reconozca al sujeto como un sujeto de derecho y con posibilidades de construir críticamente su lugar en la sociedad. Analizando las cuestiones por las que una persona puede ser privada de la libertad y culpabilizada de situaciones que en realidad la trascienden y responden a cuestiones lógicas de la perduración y permanencia del sistema social en el que se encuentra inserto.
En éste sentido considero que es necesario profundizar el análisis sobre los diferentes dispositivos institucionales del Estado que intentan hegemónicamente controlar a la sociedad. Somos nosotros, estudiantes, trabajadores, docentes, la comunidad en su conjunto quien constituye las instituciones, el poder no es algo abstracto, el poder circula y pese a los intereses que obedece el surgimiento del sistema educativo como de otros dispositivos institucionales, debemos ser conscientes que desde la práctica concreta y diaria es posible transformarlos en función de una sociedad mas justa e igualitaria. Lejos de negar las dificultades que se presentan a la hora de llevar adelante prácticas alternativas a los parámetros establecidos por el sistema capitalista; considero que es hora de empezar a pensar verdaderas estrategias dentro de las instituciones que puedan generar practicas en pos de una sociedad mas justa.

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